La sociedad actual, en términos demográficos, dista mucho de ser, por ejemplo, la de hace cincuenta años. El mismo territorio ha experimentado un crecimiento de un 40% de población humana: 34,8M. ( 1972) / 47,6 M. (2022). En los años setenta no existía la cantidad de animales de compañía, principalmente perros, como hay en la actualidad; si a ello añadimos el incremento del parque automovilístico y la incorporación en las ciudades de otras opciones de movilidad como bicicletas y patinetes, estamos ante otra compleja realidad social. Otra más a añadir a la lista.
Predicar con el ejemplo:
1- Siempre he recogido las heces de mis perros susceptibles de ser pisadas por otros.
2- Procuro envolver las mismas con papel (menos contaminante que el plástico).
3- Cuando practico ciclismo con mi perro y llego a un núcleo urbano (con estrecho carril bici) me apeo de la bicicleta y camino junto al mismo estando éste bajo control.
Que los seres humanos en su globalidad somos el cáncer del planeta no me cabe la menor duda. Me queda el triste consuelo de tener conciencia sobre ello aún reconociendo no ser un ciudadano 100% ejemplar medioambientalmente hablando.
No serían necesarias tantas normativas (algunas reflejan desconocimiento) si todos los ciudadanos dispusiéramos de capacidades reflexivas cimentadas sobre sólidos principios éticos y los lleváramos a la práctica ( moral).
